Dentro de algunos
años, un día cualquiera…
Querido
diario:
qué
harto estoy de este trabajo; cada día es peor.
Hoy le
he tenido que pedir al compañero de “CanalMarianista.tv” su espejo para
directos porque el mío se ha rajado durante el viaje a Tarifa. La culpa ha sido
mía, por llevarlo en el asiento del copiloto en lugar de meterlo en la mochila.
Pero es que siempre ando a la carrera, es inevitable.
Ha sido
terminar el directo en la puerta de un colegio en Jerez por el inicio del curso
y salir pitando hacia Tarifa para otro directo por el hallazgo del cascarón de
una tortuga gigante en la playa de Valdevaqueros. Y claro, como no había podido
encontrar aparcamiento cerca del colegio, cuando he llegado al coche ya iba
pilladísimo de tiempo, así que he tirado el espejo de directos y el casco
multimedia en el asiento del copiloto.
Y en un
bache de la carretera, zas: espejo rajado.
Los juramentos se han tenido que oír
hasta en Marruecos. Y menos mal que no se ha roto nada en el casco; ni la
cámara frontal, ni el micrófono personal, ni el direccional, ni el microdisco
duro, ni la antena de enlace, ni el auricular. Porque, tal y como está la cosa
en la casa, seguro que me lo descuentan del sueldo y el espejo, por lo menos,
es barato.
Además,
hacer un directo con el espejo de otro canal no se nota, pero si me pongo el
casco multimedia con el rótulo de “CanalMarianista.tv”, me despiden antes de
que llegue el primer comentario sobre la noticia a la página web.
Desde
luego, el que inventó el jodido casco multimedia que sustituyó a los reporteros
gráficos y a los técnicos de enlaces, nos la lió buena a los periodistas. Ya
estamos solos. Ya somos toda la oficina. Producción, administración, cámaras,
operadores de sonido, conductores, técnicos de enlaces, redactores… Bueno, lo
de redactores es un decir, porque apenas redactamos nada. Inmediatez, maldita
palabra. Todo tiene que ser inmediato. Lo de esta mañana ya es antiguo por la
tarde. Y lo de ayer… lo de ayer ya no le interesa a nadie.
Ni sé
cuánto hace que no escribo nada. Me limito a llegar al sitio, ponerme el casco,
conectar con Control Central y en cuanto ellos me dan el “loading” plantarme el
espejo delante de la cara y empezar a largar. Y eso cuando hablo, porque muchas
veces me limito a mirar a un lado y a otro para que la cámara frontal del casco
recoja las imágenes que se cargarán directamente en la web.
Y luego
mi abuela me cuenta cómo eran las cosas cuando ella era periodista de
televisión y hacía reportajes de ¡¡más de cinco minutos!! con realizador,
productor, cámara, ayudante, editor de vídeo, conductor…
Uf, qué
ganas de echarme a llorar.
Al
menos me consuela pensar que ella estudió cinco años de carrera y se hizo un
máster y el doctorado… y yo, con la ESO, ya he tenido suficiente para currar de
periodista.
Claro
que, cuando me cuenta lo que ganaba ella y lo comparo con lo que me pagan a mí…
me entran de nuevo las ganas de llorar.
Snif…
snif…
Si te sirve de consuelo, no eres el único hombre-orquesta suelto por ahí, con un sueldo a la altura del que toca los crótalos. El talento, que no siempre está aprovechado como debería, un mucho menos pagado en consonancia. Como dice el nombre de tu blog, vamos "mejorando a peor".
ResponderEliminarLo del espejo ese no lo he entendido muy bien, pero en general es que la tecnología me va superando. Un día nos lo explicas, a ver si me aclaro.
Besos
Pensaba encontrarme con algo de un lejanísimo futuro..., pero mucho me temo que, si los mayas no le ponen remedio, esto lo veremos tu y yo, con algo más de canas, pero no muchas más :-)
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