jueves, 8 de marzo de 2012

P, R, E; tres letras mágicas

Dos meses antes de que concluyera el periodo de veda para la caza de ciervos, cierto individuo procedía a cargar en el remolque de su vehículo los cadáveres de los dos venados que acababa de abatir a tiros esa mañana. En esas estaba cuando fue sorprendido por un agente del Seprona que le espetó:
-¡Eh, oiga! ¿Adónde va con esos cuernos?
-Tche, tche, tche; cuidadito con lo que dice, agente, que lo de mi señora con el butanero es una amistad profunda.
-No, si lo digo por las cornamentas de esos animales que, si no me equivoco, ha pasaportado usted hace pocos minutos.
-No crea, ya hace más de una hora; es que me ha llevado lo suyo traerlos hasta aquí.
-Pues no vea la multa que le va a caer, caballero, porque no está bonito esto de cazar antes de que empiece la temporada de ciervos.
-¡Pare el carro, pimpollo, que se está usted columpiando! No hay multa que valga porque a estos ejemplares yo no los he cazado; los he precazado porque estamos en la pretemporada de ciervos.
-Ah, siendo así, le ruego me disculpe. Ya puede irse a donde quiera con sus cuernos.
-Y usted con los suyos, agente.

Viene a cuento esta fabulilla porque esta misma noche, según cuentan los medios de comunicación, arranca la campaña electoral en Andalucía y Asturias. Y claro, cuando uno escucha eso, inmediatamente se pregunta: si esta noche arranca la campaña, ¿qué es lo que los principales partidos llevan haciendo desde el día siguiente a las elecciones generales? Sí, porque desde ese mismo día se han sucedido los "actos políticos" de PP y PSOE jornada tras jornada, sin respetar siquiera las fiestas de guardar.

Según la Ley Electoral, sólo se puede hacer campaña en los quince días anteriores a la jornada de reflexión previa a la jornada de los comicios. Así que lo que llevan haciendo los partidos desde hace más de tres meses se salta a la torera la ley. Pero no pasa nada porque para eso tenemos las tres letras mágicas. Las ponemos delante y, ¡hale hop! ¡La precampaña!

La precampaña que se diferencia de la campaña, según sostienen los propios partidos, en que no se pide el voto. Ahora bien: cuando un aspirante a presidente proclama en un acto político lo que hará si llega a ser presidente, no hace otra cosa que pedir el voto, pues si no hay votos no hay presidencia. Y lo mismo vale para un presidente que aspira a reeditar mandato. Pero por lo visto, mientras nadie diga en voz alta 'votadme', 'pido el voto' o algo así, no se considera campaña. Puede que el prefijo pre en este caso quiera decir presunta y ya sabemos que esa palabra es el comodín que exime de cualquier responsabilidad: que queremos insultar a alguien, empezamos por pronunciar la palabra presunto y ya tenemos barra libre para ponerle a caer de un burro.

Todo esto puede parecer un asunto sin importancia. Ya estamos tan acostumbrados a la campaña perpetua que no merece la pena prestarle atención. Pero ocurre que en esos actos políticos que sortean con todo el descaro la ley electoral (lo que los convierte, si no en ilegales, cuando menos en alegales), a los líderes de los partidos se les llena la boca pidiendo a los ciudadanos que seamos austeros y hagamos sacrificios por el país, la comunidad autónoma, la provincia o el distrito electoral. Y lo hacen en actos que cuestan auténticos dinerales, porque ya llegan a ofrecer la transmisión vía satélite de todo el acontecimiento a los medios de comunicación que se muestren interesados. Y el alquiler de una vía de satélite cuesta aproximadamente un huevo por minuto.

Si ya una campaña electoral nos cuesta a todos una pasta gansa, es verdaderamente vergonzoso que los partidos se gasten el dinero a espuertas en actos que están fuera de la ley. Día sí, día también. Mantienen el país en un estado de campaña permanente. Nos hemos dotado de una clase política empeñada en hacer propaganda electoral sin descanso. Aunque visto cómo desempeñan sus funciones cuando acceden a cargos de poder, igual resulta que no sirven para otra cosa.

lunes, 5 de marzo de 2012

Plan para Clan

Aquí ya no se libran de la crisis ni los dibujitos animados. Ya está Bob Esponja actualizando su curriculum de cocinero submarino. Y a Dora le va a tocar explorar la inquietante jungla del desempleo. El canal Clan de RTVE está amenazado de cierre.

El recorte presupuestario impuesto por el nuevo gobierno obliga a los directivos de la Corporación RTVE a tomar medidas. Y entre las medidas que estudian está la de deshacerse de algunos de sus canales, como Clan y Teledeporte. (Dentro de poco, si usted quiere ver deporte sin tener que pagar, no le quedará otra que asomarse al balcón bien tempranito para ver si su vecino sale a hacer footing).
Pero, ¿de verdad es preciso cerrar un canal como Clan, que se ha convertido en la única opción segura para los padres a la hora de ofrecer entretenimiento en la tele para sus hijos? ¿No se puede recortar lo suficiente de algún otro lado?

Conviene recordar que hubo un momento propicio para recortar de verdad, asumiendo de una vez el papel público de TVE y dejando de competir por la audiencia. Fue cuando TVE se quedó sin publicidad por decreto de cierto presidente que será recordado por sentencias de tanta enjundia como:
"El pesimismo no crea un puesto de trabajo". Pues anda que él...

Dejando aparte los verdaderos motivos de tal decisión (recuérdese el cambio en la ley de televisiones privadas que tuvo lugar por esas fechas y que permitió la creación de dos nuevos canales, ambos tan necesarios que ya han sido absorbidos por otros), y pasando de puntillas sobre el hecho de que Bruselas rechazó el sistema de financiación de RTVE decretado por el mismo gobernante optimista, la ocasión la pintaban calva. A la fuerza, desde luego, pero calva.

Si ya no tienes publicidad, no necesitas pelear por la audiencia, así que puedes dedicarte a lo que realmente debe hacer una televisión pública: programar aquello que las cadenas privadas no emiten porque no lo consideran comercial, pero que los espectadores tienen derecho a ver. Informativos, debates, documentales, divulgación científica, espacios culturales, series de calidad sobre nuestra historia, concursos en los que se ponga a prueba la inteligencia de los concursantes y no si son capaces de completar un coito debajo de un edredón sin mostrar a la cámara un solo milímetro de sus genitales... O sea, ser una televisión de servicio público. Y por supuesto, hacer todo eso con tu propio personal y tus propios medios.

Ahora llegan al gobierno los que no iban a subir impuestos, abaratar el despido ni hacer recortes. Y lo primero que hacen es subir impuestos, abaratar el despido y hacer recortes. Uno bien hermoso en RTVE porque, como dijo la vicepresidente que soltó aquello de "esto es sólo el inicio del inicio":
"Televisión Española no es gratuita porque sale del bolsillo de los españoles", curiosamente, del mismo lugar del que sale su sueldo, y los de los diputados, los senadores, los parlamentarios autonómicos, etc.

Pero bueno, ya que hay que recortar, empecemos por dejar de regalar dinero a los amigos que, mira por dónde, son dueños de productoras. Que una cosa es cumplir la ley que obliga a TVE a encargar un porcentaje de su programación a productoras privadas y otra muy distinta es lo que se ha venido haciendo desde hace muchos años.

Sigamos por prescindir del personal ajeno que cobra auténticos dinerales y, en lugar de contratar estrellitas, demos oportunidades al personal de la casa. Eso sí, no hay que olvidar que la pantilla de TVE ha quedado muy diezmada después de que sucesivas bandas de directivos se hayan dedicado a jugar durante años a "Hundir la flota, pero la propia". Lo que podría hacer imposible completar una programación digna, actual y variada las 24 horas de cada día.

Para superar ese escollo, RTVE cuenta con un recurso del que nadie más dispone: su archivo. Que no digo yo que al pobre Chanquete le toque volverse a morir cuatro veces al año, pero que recuperar producciones de antaño sería una buena manera de completar la programación en estas condiciones.

Mucho me temo (pero mucho mucho, porque soy parte interesada) que no irán por ahí los tijeretazos. Que se mantendrá la tónica habitual en las empresas públicas: en los buenos tiempos se hincha por arriba y cuando vienen mal dadas se recorta por abajo.
 
Así que, para que no me acusen de no hacer crítica constructiva, ahí va mi propuesta para salvar Clan con recursos propios y evitar despidos en la Corporación RTVE:
ya que los trabajadores de los servicios informativos hace tiempo que trabajan tanto para TVE1, TVE2 y el canal 24 Horas, habría que extender esta sinergia al canal Clan, de manera que los informadores aprovecharan los ratos libres entre cobertura y cobertura para grabar contenidos infantiles.

Sí, ya sé que esta idea también se podría aplicar a Teledeporte pero lo cierto es que me da mucha pereza. Yo es que siempre he creído que correr es de cobardes.