Un rollizo palomo de grueso pescuezo y orondo contorno entreteníase
una tarde de sábado llevándose al buche todo alimento que encontraba al alcance
de su pico por los suelos de una antiquísima urbe. Hallábase absorto en su
cuchipanda cuando hete aquí que sorprendiole un copioso chaparrón. Apresurose a
engullir un último bocado y decidiose a alzar el vuelo. Alzolo, aunque costole por
la excesiva crasitud de sus carnes, y concentrose en la búsqueda de algún
refugio.
En su errático periplo llamole la atención un singular árbol
que asemejábase a un pedazo de brócoli con un tronco larguísimo al que
calculole unos doce metros de altura. Nadie ha de extrañarse de la pericia estimativa
del palomo pues es de sobras conocida la precisión de que hace gala su especie
para excretar desde lo alto y acertarle con formidable puntería en el hombro a
aquel que estrene camisa.
Erigíase el árbol en una exigua porción de terreno cercada
por altos edificios. La parcela hallábase en rigor, no bajo los dominios de la
burgomaestra de la urbe, sino de una autoridad superior: la del virrey que
gobernaba en toda la comarca. Mas estas disquisiciones administrativas ignorábalas
el palomo y traíanle al fresco, pues su atención centrábase por completo en
elegir presto una gruesa rama sobre la que posarse.
Escogiola y posose mas, en ese mismo instante, oyose un estruendoso crujido, agitose con brusquedad el árbol y vínose el mismo abajo de sopetón.
Escogiola y posose mas, en ese mismo instante, oyose un estruendoso crujido, agitose con brusquedad el árbol y vínose el mismo abajo de sopetón.
-¡Sapristi! –exclamó el palomo mientras remontaba el vuelo-
Va a llevar razón mi pichoncita cuando me dice que deje de picar entre horas
porque me estoy poniendo fondón.
Quitose de en medio con disimulo y partió rumbo a un refugio
que habíanle recomendado algunos de sus congéneres: el edificio Valcárcel.
Mas cuando aproximose y sobrevololo, violo tan ajado, achacoso, desvencijado y frágil que pasolo de largo mientras repetíase en voz baja: -Quita, quita, quita…
(Publicado en El Independiente de Cádiz el 17 de abril de 2013)
Mas cuando aproximose y sobrevololo, violo tan ajado, achacoso, desvencijado y frágil que pasolo de largo mientras repetíase en voz baja: -Quita, quita, quita…
(Publicado en El Independiente de Cádiz el 17 de abril de 2013)
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